Las cosas se juntan en un lugar determinado y en un momento
exacto. Los profetas dicen que el año que viene cambia el mundo. Que un gran
estallido social provocará un cataclismo financiero sin precedentes que nos dejará
en los albores de un nuevo orden internacional.
Es importante observar la admiración y la evidente
ingenuidad que evidencian los mismísimos europeos al ver como nuestra sociedad
se enfrenta y se organiza con una inclusión que nadie se debe animar a afirmar.
Hay sectores prohibidos en la mente y una porción grande de
un cerebro que piensa, se alimenta y se pierde en un ACV subterráneo de
sensaciones donde la historia, las Malvinas, los Mundiales y la vida son obra
de títeres (que se derriten ensmismados en sus pésimos pensamientos).
La televisión aguarda afinada en una espacial tontería donde
miles de millones de periodistas del mundo intercambian información que sólo
será utilizada para confundir a la clase media, a los pobres y a los que tienen
dinero como para dejarle algo a los bisnietos.
¿Alguien podría dudar que los bancos tienen un juez por
país?
Los peronistas dicen compañero, los bolivianos hermano y los
comunistas camarada. Ahí se funde el carácter femenino del comunismo. Esa
insatisfacción, esa sensible y sentida fortaleza íntima, ese ensoñamiento tan
particular a la mirada del hombre.
Existen pruebas contundentes (también) que en algunos
sótanos hay poetas que se juntan a escuchar el discurso de los cancilleres en
la OEA y con ese material escriben poemas que irían a ilustrar un futuro movimiento
popular. Un sismo en el pensamiento de las personas.
El tema es que cierto sector de la burocracia que la humanidad
ha condenado a si misma va por ahí habilitando la construcción de torres
luminosas y fascinantes en cuanto terreno abandonado exista. Pero cree molestos
aquellos sótanos donde los artistas y los militantes se alejan a encerrarse en
el humo. Y los clausura en capitalista vigilancia.
La derecha avanza al compás de las tragedias.
Siempre. Desde el hombre de Neanderthal hasta el de Cromañón.
Aquella teoría de los conjuntos unidos, en la matemática
clásica, cuya intersección simboliza todo lo que compartimos como sociedad es
la mayor de las utopías. La izquierda, esa que come, educa y trabaja, ha
comprendido (tarde) el sistema que fabricó la derecha. Un sistema de estímulos
al individuo que influye tendencias, enfrenta ideologías y confunde espíritus. Los
hace ricos y los hace pobres.
El triunfo y la derrota de las tendencias de los humanos es
una cosa más bien imprevisible. En todas las épocas ha triunfado la avaricia y
la potencia de la muerte. Todos los presidentes que han caído en los últimos
años están tristes ahora. Tristes, abandonados e incuso borrachos o ya
difuntos. En Egipto y Honduras. En Irak y en Libia. En Paraguay. En Italia y España.
Cuando los profetas dicen que el año que viene el pueblo se
levantará no nos dicen si se levantará para que triunfe el bien o para que
triunfe el mal. O si sólo se levantará por levantarse nomás. O porque eso es parte
de una tendencia. O si en realidad se van a levantar los pobres europeos porque
ven que en otras latitudes hay mayor proporción de rebeldía frente al orden establecido.
Habrá que dormir con frazada, no somos una especie
de esas que se cuidan entre sí.
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